Intro Maradó

Este pequeño ensayo podría quizá ser la introducción de una investigación razonada, desapasionada y hasta de tono científico, que intentara develar el misterio de la devoción de los Argentinos por Diego Armando Maradona; pero no creo poder alcanzar esos méritos epistemológicos ni literarios, porque mi umbral es el de los prejuicios de un hombre de escaso conocimiento que ha visto con emoción llegar al “Diez” desde Villa Fiorito a lo más alto del mundo, por el sólo impulso de su voluntad.

En principio conjeturo que no debe haber una razón unívoca a la cual pueda atribuirse tamaña devoción por el astro, puesto que aquí no hay dogma establecido que regule las formas de adorar al símbolo, sino que debe existir un conjunto (sospecho no muy extenso) de motivos por los que tantos Argentinos hemos elevado a “Pelusa” a la exclusiva categoría de ídolo nacional.

En primera instancia creo que esta profunda admiración que sentimos por Maradona viene a darse por dos modos: por lo que Diego efectivamente es, el mejor de los jugadores de fútbol de todos los tiempos; y luego por lo que Diego nos representa, el logro del éxito máximo en una disciplina merced al talento, al sacrificio y al trabajo. Diego fue diez en un país en el que todos somos cuatro, por mucho que nos esforcemos, y nunca para llegar a la cima tuvo el camino fácil.
Pensemos esto: ¿Cuántos Argentinos han sido los mejores del mundo en algo, alguna vez?. Hay poco espacio en ese Olimpo, y Diego está en el supremo escalón. Empezó desde abajo y trabajó con todas sus fuerzas. Enfrentó a los más grandes y les ganó a todos. Transpiró la camiseta y nos regaló sus lágrimas. Todos fueron mejores cuando jugaron con él, porque además fue generoso con su talento. Esas son muchas virtudes para ubicar en una persona y no dudo que encontraría más si me lo propusiera. Eso es Diego. Todo eso representa, y es lo que fundamenta la base de las razones por las cuales lo queremos tanto.

Existe también, a qué negarlo, una especie de simpatía por esa actitud desafiante hacia el poder, por ese eterno enfrentamiento del David contra Goliat que Diego ha desplegado a lo largo de los años. Y esa conducta se ha visto reflejada no sólo en la cancha, cuando con Argentinos Juniors ponía el alma y le ganaba a Boca, cuando con el Nápoli a puro corazón le arrebataba los títulos al Milan, ó cuando con Argentina con todo su cuerpo humillaba a Inglaterra, sino también en sus palabras condescendientes con esa posición, que le han valido más de un enemigo en el mundo entero.

Pero esta, y conviene aclararlo ahora, es una de las razones laterales por las que somos fanáticos de Maradona, nunca la principal. Es preciso establecer de manera tajante esa diferencia puesto que algunos piensan (¡qué equivocados están!) que es sólo eso lo que aún hoy nos conmueve de Maradona. De ser así valoraríamos también a cuanto denunciante del establishment ande suelto por ahí, y lejos estamos de adoptar esa mansa posición. Talento y sacrificio, trabajo y excelencia, valor y entrega, eso es por lo que siempre aplaudiremos de pie a Diego.

Pero bueno, en el amplio salón que se está reservando en el infierno para los detractores del “Diez”, ya existe una región de intenso fuego preparada para que ardan por los siglos de los siglos los infames que aseguran, por ejemplo, que los Argentinos admiramos el primer gol de Maradona a los Ingleses más que el segundo.

Así llego al final de este breve ensayo, ansiando haber podido despejar algunas dudas sobre el origen de esta ferviente adoración que tenemos los Argentinos por Diego Armando Maradona, el mejor de los jugadores de fútbol de todos los tiempos.

Martín Gavio

No hay comentarios.:

Publicar un comentario